El linfoma es un tipo de cáncer maligno, producido por un determinado tipo de células, llamadas linfocitos. Los linfocitos se encuentran en muchos órganos del cuerpo incluyendo el tracto gastrointestinal, los ganglios linfáticos (que se encuentran en todo el cuerpo), piel, hígado, riñones, bazo, sistema nervioso, la nariz, la médula ósea, etc. Básicamente, todas las partes del cuerpo contienen linfocitos y por tanto el linfoma es un tumor que puede aparecer en cualquiera de estos lugares. El linfoma es el tipo más común de tumor encontrado en gatos y se ve con relativa frecuencia.

Algunos tipos de linfomas se asocian con la infección provocada por el virus de la leucemia felina (FeLV), pero no es el único factor en el desarrollo del linfoma en los gatos y por lo tanto podemos encontrar muchos gatos con linfoma que no padezcan la infección del FeLV. En general, el linfoma inducido por este virus tiende a aparecer en los gatos más jóvenes, mientras que el linfoma no relacionado con FeLV es más común en gatos mayores.

La presentación clínica y el pronóstico de los gatos con linfoma dependen en gran medida de la ubicación del tumor. El linfoma está generalmente clasificado según su localización anatómica: linfoma de mediastino, gastrointestinal, multicéntrico o extranodal (que incluye órganos como la nariz y los riñones).

Linfoma mediastínico (timo)

Se define como el linfoma que afecta a la glándula del timo y a los ganglios linfáticos del mediastino, que son estructuras que se encuentran en la parte frontal del pecho (delante del corazón). Este tipo de linfoma puede crecer mucho, ocupando la parte delantera de la cavidad torácica y produciendo dificultad para respirar. Este tumor también puede llegar a comprimir el esófago (el tubo que une la boca con el estómago), por lo que a veces produce dificultad para tragar y/o regurgitación de alimentos. También es frecuente la acumulación de líquido en el pecho, lo que puede contribuir aún más a dichas dificultades para respirar.

La mayoría de los gatos que presentan este tipo de linfoma suelen ser muy jóvenes, normalmente de menos de 2 años de edad. Las razas siamés y oriental son las más comúnmente afectadas, sin embargo a menudo responden muy bien al tratamiento y el pronóstico suele ser bueno.

Linfoma gastrointestinal

Puede afectar a cualquier parte del tracto gastrointestinal; es decir, al estómago, al intestino delgado o al grueso. El tumor puede ser focal (una o más masas grandes) o difuso (engrosamiento generalizado del intestino). En algunos casos pueden verse afectados otros órganos abdominales. Los síntomas pueden incluir vómito y/o diarrea, pérdida de peso y cambios en el apetito (aumento o disminución).

Este tipo de linfoma se produce normalmente en gatos de mediana edad y mayores, a menudo entre 6 a 9 años de edad. El linfoma gastrointestinal se clasifica a su vez según el tamaño de sus células, llamándose linfoma de células pequeñas o de células grandes, y tanto el tratamiento como el pronóstico dependen mucho de la parte del tracto gastrointestinal que participa, que sea focal o difuso, y de si se trata de linfoma de células grandes o de células pequeñas.

Linfoma multicéntrico

Los gatos con linfoma multicéntrico tienen tumores en más de un sitio. Este tipo de tumor puede implicar a múltiples ganglios linfáticos como los localizados debajo de la mandíbula, detrás del hombro, en el área de la ingle y en la parte trasera de las piernas, y también puede haber órganos internos afectados. Los signos clínicos varían pero incluyen prominentes bultos en las áreas descritas anteriormente y estos gatos también pueden sentirse mal (no comer, perder peso, etc.)

Esta forma de linfoma es menos común en el gato que el mediastínico, el gastrointestinal o el extranodal, suele afectar con mayor frecuencia a gatos de entre 3 y 5 años de edad y puede estar asociado a la infección por FeLV.

Extranodal / linfoma misceláneo

Las formas extranodal y miscelánea son bastante comunes en gatos. Abarca todas aquellas formas de linfoma cuya localización no implica el tracto gastrointestinal ni los tejidos hematopoyético o linfoide. Las zonas más comúnmente afectadas son el sistema nervioso central, los riñones, la piel y la cavidad nasal. De ellos, el área más comúnmente afectada es la nasal. Esto se ve principalmente en gatos mayores, que pueden presentarse con una secreción nasal importante. El pronóstico para el linfoma nasal suele ser muy bueno. El pronóstico para los otros sitios varía. A veces puede haber tumores en más de un sitio y se ha observado una posible asociación entre el desarrollo de linfoma renal y nasal en algunos gatos. Los signos clínicos se relacionan con la localización del tumor primario. La media de edad de los gatos afectados es de 5 a 9 años.

Diagnóstico de linfoma

El diagnóstico definitivo de linfoma se basa en la evaluación de muestras de tejidos, lo que mostrará la presencia de linfocitos anormales. Las pruebas diagnósticas necesarias dependerán de los signos clínicos y la localización de la enfermedad, pero habitualmente incluyen un análisis de sangre, rayos X y ecografía. Además de estas pruebas, y en función de los síntomas del animal, pueden ser necesarias otras, como la realización de una endoscopia del tracto gastrointestinal, el drenaje de líquido desde el pecho, una punción por aspiración con aguja fina o biopsias de órganos o de médula ósea, una rinoscopia (donde se observará el interior de la nariz), etc.

Tratamiento de linfoma

El linfoma es un tipo de tumor que en ocasiones responde muy bien a la quimioterapia. Es habitual que los propietarios se sientan preocupados por los posibles efectos secundarios, pero hay que tener en cuenta que el objetivo de la quimioterapia en veterinaria es mantener la mejor calidad de vida posible con los mínimos efectos secundarios. En humana el objetivo es la curación del paciente, por lo que se utilizan drogas diferentes y en dosis más altas, que son las responsables de la aparición de efectos adversos. Por tanto el fin de la quimioterapia veterinaria no es la cura del paciente sino una mejora en su calidad de vida, de esta forma no se utilizan los mismos tipos de droga o las mismas dosis que se utilizan en personas. En humana son estas altas dosis las que causan muchos de los efectos secundarios porque el fin es conseguir su curación.No obstante, en veterinaria también pueden aparecer posibles efectos secundarios, por lo que es esencial una estrecha vigilancia y actuación temprana si éstos se observan. Aún así, siempre que se tomen las precauciones oportunas, la mayoría de los gatos toleran bien estos fármacos con efectos secundarios mínimos.

Los posibles efectos secundarios incluyen:

Supresión de la médula ósea
Se reduce la producción de glóbulos (neutrófilos). Estos neutrófilos son los encargados de luchar contra las infecciones bacterianas, por lo que si número se reduce el gato puede estar en riesgo de desarrollar graves infecciones potencialmente mortales. Este es el más grave de los efectos secundarios, sin embargo, puede evitarse fácilmente en la mayoría de los casos, si se realiza un seguimiento adecuado. Se debe realizar un análisis de sangre antes de cada tratamiento de quimioterapia (semanal en las etapas iniciales y posteriormente cada 3 semanas). Si los neutrófilos están bajos entonces el tratamiento se retrasa hasta que se hayan normalizado.
Efectos secundarios gastrointestinales (náuseas, vómitos y diarrea, inapetencia)
Con los fármacos más comúnmente usados, y en las dosis recomendadas, estos efectos son poco frecuentes. Sin embargo, algunos gatos desarrollan efectos secundarios gastrointestinales de gravedad variable. La mayoría de las veces desaparecen fácilmente con medicamentos contra el síntoma que sufra el paciente y estimulantes del apetito. Si los efectos persisten o son más graves, deben evaluarse los fármacos utilizados y buscar una alternativa que sea mejor tolerada.
Extravasación de la droga
Los medicamentos que se administran por vía intravenosa puede ser extremadamente irritantes si se administran accidentalmente fuera de la vena. Esto significa que siempre ha de estar insertado el catéter dentro de la vena antes de inocular el fármaco. Esto a veces puede ser problemático en gatos inquietos, gatos muy pequeños o en pacientes cuyas venas han sido sometidas a inyecciones múltiples. Esto siempre es por tanto algo a considerar en la elección de la droga.
Están disponibles en el mercado numerosos fármacos, cada uno con diferente método y frecuencia de administración, y diferentes efectos secundarios. Por lo general se realiza una combinación de varias drogas para tratar de maximizar el efecto de las mismas a la vez que se minimizan sus efectos secundarios.
El protocolo más comúnmente utilizado consiste en la combinación de tres medicamentos diferentes: dos fármacos de quimioterapia y un esteroide (prednisolona). Se inicia con una fase de «inducción», donde uno de los fármacos (vincristina) se administra por vía intravenosa una vez por semana durante 4-6 semanas y, a continuación la fase de «mantenimiento», en la que se administra una vez cada 3-4 semanas. Al ser una droga intravenosa se debe realizar este procedimiento en una clínica veterinaria. El otro medicamento (ciclofosfamida) puede administrarse por vía intravenosa o en pastillas y se da en toda la fase de inducción y mantenimiento una vez cada 1-3 semanas, dependiendo del peso del gato y la vía de administración. Además, el tratamiento con esteroides se administra en forma de comprimidos, cada día durante todo el tratamiento. La mayoría de los gatos toleran muy bien este tratamiento con muy pocos, o ninguno, efectos secundarios.

Éste es sólo un tipo de protocolo, pero existen muchos otros. También existen otros tipos de drogas que pueden ser en determinados casos más adecuados para otros tipos de linfoma y/o pacientes particulares. En la decisión sobre los protocolos de tratamiento se debe tener en cuenta no sólo el tipo de linfoma, los posibles efectos secundarios y los deseos de los propietarios, sino también consideraciones prácticas tales como el comportamiento que el gato muestra durante los trayectos hacia la clínica veterinaria así como en la consulta con el veterinario, la facilidad a la hora de administrar pastillas al gato, si la recogida de muestras de sangre y la administración de drogas por vía intravenosa puede hacerse sin causar angustia al gato o no. Y, por supuesto, las consideraciones financieras.

Pronóstico

Sin tratamiento, el pronóstico para todo tipo de linfoma es malo. Sin embargo, con el tratamiento el pronóstico puede ser razonable. El pronóstico es muy variable dependiendo del gato y en particular del tipo o localización del linfoma. El pronóstico suele ser mejor para los gatos con linfoma mediastínico (especialmente si son siameses u orientales), algunas de las formas extranodales (en particular, la nasal) y el linfoma difuso de células pequeñas en el tracto gastrointestinal. Con estas formas no es raro lograr períodos de remisión de hasta un año o más.
Para otras formas, como el linfoma gastrointestinal de células grandes y algunas extranodales (por ejemplo, el renal) el pronóstico puede ser muy pobre; a veces no se llega ni a lograr la remisión y con tiempos de supervivencia de a veces sólo un par de meses, en el mejor de los casos. Es importante recordar que el tratamiento no tiene como objetivo curar la enfermedad; el objetivo es lograr la remisión y mantener al gato con una buena calidad de vida durante tanto tiempo como sea posible.

De vez en cuando con algunos tipos de linfoma (por ejemplo, en el mediastínico en gatos siameses/orientales y el linfoma nasal) se logra una curación, pero esto es poco común. Una vez que se produce la recurrencia, aunque pueden utilizarse los «protocolos de rescate», puede llegar a ser muy difícil conseguir la inversión del proceso e inducir la remisión por segunda vez. Además, una vez que los fármacos empleados anteriormente han dejado de ser efectivos, el resto de medicamentos disponibles suelen tener, en general, mayor riesgo de producir efectos secundarios.

Proceso de decisión para iniciar o no la quimioterapia

Obviamente hay muchos pros y contras del tratamiento y la decisión de si procede o no aplicar la quimioterapia a menudo puede ser una decisión difícil para los propietarios. Todo lo anteriormente mencionado ha de ser tomado en consideración. Sin embargo, es impredecible saber cuál será la respuesta de cada gato a la quimioterapia y cómo va a tolerar las drogas, tanto en términos de efectos secundarios y facilidad de administración, así como su reacción ante los viajes al veterinario, etc.

Uno de los mejores indicadores en los gatos es su respuesta inicial a la quimioterapia. Esto es una gran ventaja, porque significa que si la quimioterapia va a ser efectiva, normalmente se verá una buena respuesta en 1-2 semanas, así que cuando un propietario decide si debe o no tratar con quimioterapia, ha de ser consciente de que esto no implica necesariamente comprometerse con cursos largos de tratamientos. El tratamiento siempre puede ser juzgado después de transcurrir 1-2 semanas y, si el gato lo tolera bien y se aprecia una buena respuesta, entonces el propietario puede decidir si desea continuar. Si no se observa mejoría y/o el gato no está tolerando bien los medicamentos, entonces pueden decidir suspender el tratamiento en cualquier momento. En la mayoría de los casos, por lo tanto, vale la pena intentar el tratamiento de quimioterapia, pero los propietarios deben ser conscientes de todos los factores mencionados y tomarlos en cuenta a la hora de tomar una decisión.

 

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